Carta Pastoral, el Sacrificio Eucarístico de Cristo y de la Iglesia, de Mons. Alberto Sanguinetti Obispo de Canelones.
El 12 de diciembre, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el Obispo de Canelones publicó una pastoral sobre la Santa Misa.
Mons. Sanguinetti subraya que la fe en Cristo no es de ideas, sino de realidades, la principal realidad es Cristo mismo y su presencia y su ofrenda. La Eucaristía es proclamada como el máximo de lo real. No es expresión de un fervor religioso, sino la presencia actuante de Jesucristo. La máxima actuación es su Sacrificio, su entrega libre de sí mismo. El Sacrificio de Cristo en la cruz se actualiza en cada Sacrificio Eucarístico.
El obispo subraya que la participación actuosa a la que invita el Concilio Vaticano II es la fe que reconoce la ofrenda de Cristo. En esa fe se recibe, se acoge, el fruto del sacrificio de Cristo, el perdón, la vida divina, el ser hijos de Dios y hermanos. Por efecto de esa gracia, nos podemos ofrecer con Él a Dios. Participar de la Misa es dejarse salvar, ofrecer, dejarse ofrecer, ofrecerse. Es el máximo de la libertad en la verdad.
La ofrenda de sí mismo y de toda la Iglesia hecha en el Sacrificio Eucarístico se continúa en la vida conducida por la fe en Cristo, la esperanza puesta en Dios y la caridad derramada por el Espíritu Santo para amar al Padre y entregar la vida por los hermanos.
La realidad de la Eucaristía incluye reconocer la realidad de la Iglesia, la vida eterna, la misión de anunciar el Evangelio. Es una visión holística, es decir, católica.
El realismo eucarístico ilumina la realidad el hombre, de su cuerpo, de su ser varón o mujer, su sexualidad, el matrimonio, la virginidad consagrada, el celibato, la castidad, el valor de la vida y del sufrimiento. No son meramente principios, como enunciados abstractos, sino el reconocimiento de la realidad, del ser, que, tiene su centro de luz, en la realidad de la presencia de Cristo ofrecido en la Eucaristía. Por eso, la Eucaristía, la Misa, es la piedra de toque de toda la visión cristiana de lo real, es la máxima comprensión de la realidad y de la historia humana.
Puestos en manos de Nuestra Señora, celebramos la verdad de la Eucaristía, en la verdad y realidad de Dios en la carne, Jesucristo, que nace de María Virgen. Esa es la verdadera Navidad. Esa es la verdad de nuestra existencia.